viernes, 18 de julio de 2014

¿Por qué?

Todavía recuerdo cómo lloraba los primeros días cuando mi madre me dejaba en clase de kárate, y después pasé los siguientes 7 años sin faltar uno solo. La verdad es que no se me daba mal, de hecho conseguí ser campeón provincial y regional varias veces, pero viéndolo con la perspectiva de los años te das cuenta de que lo que queda no son los trofeos, sino las experiencias. Obviamente al niño que participaba en aquellos campeonatos no le daba igual ganar o perder, e incluso lloraba cuando no se llevaba una copa a casa. Pero ahora miro esos trofeos y no me recuerdan las victorias que conseguí, sino los amigos con los que entrenaba, el gimnasio, los viajes a los campeonatos, mi entrenador... En definitiva, un aspecto de mi vida que ciertamente echaba de menos.

A los 12 años me mudé y dejé el kárate porque no quería ir a otro gimnasio que no fuera el de siempre. Por supuesto, años después puedo decir que me arrepiento de esa decisión.

A partir de ahí empecé a jugar a balonmano, que a los dos años cambié por fútbol, dos más tarde por tenis y otro después por kick boxing. Como es evidente, no encontré en ninguno de ellos ese "algo" que sentía durante mi etapa de karateka. Fui pasando de uno a otro buscándolo de forma inconsciente y finalmente, y con la excusa de la falta de tiempo al empezar la universidad, pasé el que ha sido mi único año sabático deportivamente hablando.

Hace aproximadamente 1 año que retomé esto del deporte de forma un poco más seria. Al principio fue sólo correr, pero 2 meses después y sin pensar realmente en un objetivo, me vi nadando en la piscina y saliendo a rodar en bicicleta todos los fines de semana.

Durante mi época en otros deportes había corrido como parte del entrenamiento, pero nunca había ido en bici ni nadado antes, y sin embargo ambas me engancharon desde el primer día.

Poco después descubrí lo adictivas que pueden ser las carreras, y lo que me gusta la competición, pero no tanto contra los demás, sino contra mí mismo. En menos de 5 meses he corrido una carrera de 5km, otra de 15, una media maratón, un trail de 30 y otro de 16.5 y hace una semana me estrené en natación con una travesía de 3km. Ya os hablaré de ellas con más detalle, pero os aseguro que he disfrutado de cada una de forma increíble.

Creo que la sensación que tenía con el kárate fue por ser mi primer deporte y en el que viví muchas cosas nuevas, y que con los siguientes no salí de una rutina que ya me resultaba familiar y no me motivaba.

He tardado mucho en darme cuenta, pero lo que realmente me gusta, ese "algo" que sentía de niño y que ahora he redescubierto de una forma totalmente nueva es hacer cosas que me saquen de mi "zona de confort". Es superar la sensación de inseguridad, el hormigueo en el estómago antes de lanzarte a nadar al mar, o al bajar un puerto con la bici a 70km/h, o al darle a aceptar en la inscripción de una prueba que no sabes si podrás acabar y darlo todo para conseguirlo. Y por supuesto la satisfacción de conseguir ese objetivo. 

Lo bueno es que hay locuras y desafíos para rato, ¡y quiero probarlos todos!

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