martes, 22 de julio de 2014

Kosta Trail 2014

Para los que no estéis familiarizados, la Kosta Trail es una carrera de montaña (trail) que se celebra en Sopelana y sus alrededores, y tiene como principal peculiaridad que se corre al nivel del mar. En esta 9ª edición iba a contar con un recorrido circular, con salida y llegada en Sopelana, de 30 km y unos 2500 m de desnivel.



Cuando me inscribí a esta carrera allá por abril, no fui del todo consciente de dónde me estaba metiendo. Después de la grandísima experiencia de la Vitoria-Estíbaliz, y con la perspectiva de dos meses de entrenamiento con la media Martín Fiz de por medio, me "calenté" y el mismo día que abrían el plazo de incripción me apunté.

Nunca había corrido por montaña, y mi tirada más larga habían sido unos 17 km. Es cierto que solía entrenar por caminos y senderos, pero de ahí a correr por tramos tan irregulares y desniveles tan bestias va un rato. Sabiendo esto, cualquier persona menos yo, con la motivada que llevaba, se hubiera dado cuenta de que era bastante precipitado.

Durante el primer mes, enfoqué el entrenamiento de cara a la media maratón y apenas acumulé desnivel, pero como en la carrera me fue bastante bien y no llegué del todo vacío a meta, las posibilidades de acabar un mes después crecían en mi cabeza, total, sólo eran "10 km más"...

El mes previo a la carrera fue un no parar, pero pese a no haber entrenado todo lo que me hubiera gustado por los exámenes, creía que llegaba bien preparado y convencido de terminar.

Ya tenía intención de ir a Bilbao a dormir para no tener que madrugar más de lo necesario y recoger el dorsal sin prisas, así que al enterarme de que el sábado daba una conferencia Nuria Picas el viaje era obligado. En la misma charla nos explicaron brevemente el recorrido y el funcionamiento de la prueba, pero no podía faltar la sorpresa del día, por unos cambios del recorrido de última hora el desnivel aumentaba hasta casi los 3000 m.

Antes de acostarme dejé listo todo el material y cené algo. No voy a mentir, estaba nervioso, y creo que por primera vez fui consciente de la montaña que tenía delante, nunca mejor dicho.



Dormí bastante bien, y al día siguiente lo de siempre, desayuno ligero, preparar todo y camino a Sopelana. La carrera empezaba a las 9, pero quise llegar con bastante tiempo para aparcar sin problemas y no añadir más nervios a los que ya tenía.

CARRERA

Antes de darme cuenta ya estaba corriendo en dirección a Munarrikolanda. Os dejo el mapa del recorrido para que podáis ir siguiéndolo.

A pocos metros de la salida nos adentramos en el bosque, y se formó un pequeño atasco a la entrada del sendero, que por otra parte no me vino mal del todo porque, como siempre, había salido demasiado rápido y me hizo bajar el ritmo.

El camino hasta Munarrikolanda era muy bonito, rodeado de árboles y algunos riachuelos que tuvimos que saltar, hasta llegar al alto donde atravesamos un búnker antes de empezar a bajar.

El primer avituallamiento (km 5) estaba un poco más abajo de donde estaba previsto inicialmente, aunque ya nos habían avisado antes, y como todavía iba bastante fresco bebí algo pero no llegué a pararme y seguí bajando.

A partir de aquí fue donde tiré mis opciones de hacer una buena carrera. Me emocioné bajando y fui muy rápido, siguiendo a corredores mucho mejores que yo, y eso en una bajada de casi 5 km acabó conmigo. Cuando llegué al segundo avituallamiento (km 10) estaba realmente cansado y anduve un rato para comer y beber y recuperar el aliento. Menos mal que a partir de aquí venía un tramo algo más suave en cuanto a desnivel y con caminos más amplios y pude recuperar un poco el ritmo.

Entonces llegó el tramo de las playas. La primera fue La Salvaje, y si bajar y subir los acantilados que la rodean ya es duro, correr por la arena acabó con las pocas fuerzas que me quedaban en las piernas. En el tercer avituallamiento (km 15), situado entre las dos playas, no podía más. Había corrido la primera mitad de la carrera en 1 hora 40 min, demasiado para mí, y lo pagué arrastrándome el resto de la carrera. Por primera vez en la carrera paré del todo y como éste era un avituallamiento líquido eché mano del único gel que llevaba conmigo y que tenía previsto tomar en el km 25.



A partir de aquí se hizo durísimo. La segunda playa me costó un mundo y poco después de subir el acantilado empezaron el dolor de piernas y los calambres. Prácticamente ya sólo corría en los llanos, e iba andando el resto.

No podía pensar que me quedaban otros 15 km o seguro que habría parado. Tenía que "engañarme" a mí mismo y me centré sólo en llegar al siguiente avituallamiento. 3 km parecen poca cosa en la cabeza, e iba descontando metros paso a paso.

Cuando llegué al km 20 (cuarto avituallamiento) paré un poco a descansar mientras comía y bebía y antes de reanudar la marcha cogí una botella de isotónico y una barrita para el siguiente tramo, con la previsión de que me iba a llevar un buen rato. Con el punto de mira en el siguiente puesto salí trotando muy suave.

Los dos km siguientes se me hicieron eternos, pero después comenzó un tramo de asfalto en ligera bajada y volví a correr bastante bien hasta llegar a Plentzia. Había conseguido mantener a raya a mi cabeza hasta el último avituallamiento, pero me vi a 5 km de la meta y bajé la guardia. El primer km desde Plentzia fue muy bien, pero ya estaba muy al límite y me había relajado demasiado, perdiendo todo el trabajo mental, con lo que me costó mucho más sufrir andando los 3 km siguientes.

No me vi cerca de la meta hasta que a menos de un km para el final empecé a ver las casas de Sopelana de nuevo. No sé de dónde saqué las fuerzas, pero fui capaz de correr este último tramo.

Lo que sentí al doblar la esquina y enfilar la recta final no sé describirlo. Iba tan a límite que no sentí a mis padres y a mis mis amigos gritándome, y casi me costó dedicarle una sonrisa al amigo que corrió conmigo esa recta final. Al final fueron 4 horas 18 minutos, pero mereció la pena aunque sólo fuera por esos últimos metros.

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